Este miércoles 14 de marzo, en el Anfiteatro Eje del Buen Vivir a partir de las 6 de la tarde, estaré junto a Francisco Ardiles, Ángel Malavé, Libeslay Bermúdez, Yadira Pirela, Ileana Gómez, Alejandro Serrano y Jesús Ernesto Parra en un recital de poesía que organiza la FILVEN junto con la CENAL y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.
Mi presencia en este evento es gracias Luis Alberto Crespo, mi gran maestro de poesía, que hizo posible que sus alumnos del taller: Alid Salazar, Adelaida Carmona, Mercedes Cobo, Oswaldo Flores, Omaira Forero, Beira Díaz, Luis Bracho y José Antonio Barrios, seamos incluidos en los recitales, cuestión que es un gran compromiso no sólo para mí sino también para mis compañeros. De hecho cuando se nos notificó nuestra participación y aunque suene cursi leer mi nombre en la grilla, recordé un discurso de García Márquez titulado Cómo comencé a escribir, allí el Gabo relata la impresión que le causó ver publicado uno de sus cuentos en El Espectador con una nota de Eduardo Zalamea Borda: “Esta vez sí me enferme y me dije: «¡En qué lío me he metido! ¿Y ahora qué hago para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea Borda?». Seguir escribiendo, era la respuesta.”
El evento es gratuito y sin connotaciones políticas, así que si eres de una tendencia u otra puedes ir. Cabe aclarar que no milito en ningún partido político, soy lo que la gente llama NINI, termino que no me gusta y con el cual tampoco me siento identificada. Apoyo todas las actividades culturales, en especial las ferias de libros, siempre he tenido claro que el conocimiento es el único camino que nos va a permitir salir de esta crisis social y moral que lamentablemente vivimos en el país.
Culmino este post, dejándoles algunos poemas que voy a leer esa tarde:
La mujer que busca Ítaca
usa tatuajes de naufragios
y mariposas que vuelan sin cielo
Hotel
esquina del mundo
donde es posible que un hombre haga feliz a una mujer
mientras afuera todos se destruyen
Una parte de mí
se fue contigo a tierras desconocidas
Si sabías que existía
no te costaba esperarme
Si sabías que iba a ser extranjera
no te costaba dejarme el mapa
para dormir en aguas profundas a tu lado
La casa de mi infancia
duerme cada noche presa del polvo
despierta en el olvido
Ya nada la salva
Ni los fantasmas de mis padres paseando por sus rincones
ni yo
que la habito en sigilo
Laberinto sin fin
silencio del teclado
ausencia de tu voz
mariposas negras
cicatrices en los muros
historias en la piel
juego eterno
entre la poesía
y la muerte
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